See Westermann First.

Primero conozca a Westermann

 El Museo Reina Sofia rinde homenaje a uno de los más interesantes y todavía poco conocidos representantes del arte americano del siglo XX. 130 obras desde los años 1953 - 1981 revelan una excepcional sensibilidad con la que el artista trasmite sus experiencias de los duros tiempos de la segunda guerra mundial y de la guerra fría. 
Estas reflexiones, muchas de ellas tristes y trágicas, se presentan "empaquetadas" en unas formas estéticamente agradables para ver. Una fina talla de madera es la más emblemática entre ellas, pero por otro lado, el mensaje del artista se está transmitiendo también en forma de residuos que llenan el mundo de la civilización del creciente consumismo americano de aquella época. Que actual está hoy el día... Horace Clifford Westermann, it was a real pleasure to meet you.
 

Fragmento de la obra Monumento a la Idea de hombre si él fuera una idea, 1958, con el monograma del artista H C W(estermann), madera y chapas

 El comienzo del camino hacia el arte

Horace Clifford Westermann (Los Angeles 11.10.1922 – Danbury 3.11.1981) después de su infancia y juventud en Los Ángeles (California) trabajó en los campamentos de tala pertenecientes al ferroviario de Pacific Northwest. En 1942 se alistó como marine y durante la II Guerra Mundial sirvió a bordo del USS Enterprise (portaaviones de la Marina de los Estados Unidos) como un artillero antiaéreo. Su barco participó en la campaña del Pacífico y en numerosas batallas críticas como la de Midway y la campaña de Guadalcanal en las que sufrió de los ataques de Kamikaze japoneses.

Ataque aéreo repentino - USS Enterprise, 1945, bolígrafo y tinta sobre papel

Como el marine Westermann fue un testigo de la destrucción de otro gran barco americano, USS Franklin, gravemente dañado por un ataque aéreo japonés en marzo de 1945 con la pérdida de más de 800 se sus miembros. Los recuerdos del servicio marino de la guerra nutrirán el arte de Westermann en los años posteriores. En sus obras, sobre todo en la serie Death Ships (Barcos de la muerte) hace referencias a las atrocidades recordando "el horrible olor de la muerte", fruto de la brutal guerra naval. 


Barco de la muerte sin puerto, 1957, a la derecha: Exequias del vagabundo, 1955
 
Justo después de la guerra trabajó como acróbata en una compañía de artistas en la Organización de Servicios de los Estados Unidos (USO) y realizó una gira por el Lejano Oriente durante un año. Allí conoció a su primera esposa, bailarina June Laford. Tras regresar con ella a los Estados Unidos y establecerse en Chicago Westermann empezó a estudiar artes aplicadas en 1947 en el Art Institute of Chicago. Para complementar sus ingresos trabajó como carpintero.


Dos acróbatas y un hombre huyendo, 1957

En otra guerra

Westermann se volvió a alistar en el Cuerpo de Marines de los EE. UU. en 1950 como soldado de infantería en la Guerra de Corea. Lo hizo por motivos tanto patrióticos como personales: se separó con su mujer y no llegaba a encontrar su lugar como artista. La guerra en Corea le dejó todavía más destrozado. Fue decepcionado respecto al papel de su país en ella. Puntos de vista anti-militares se verán reflejados en sus futuros trabajos.

 
El ojo de dios, 1956

Después de volver de Corea, Westermann se matriculó nuevamente en el Instituto de Arte de Chicago, esta vez para estudiar bellas artes. También aprendió el oficio de la carpintería y comenzó a trabajar como carpintero, pero como le importaba más la calidad que la rapidez en el trabajo, dejó la carpintería para convertirse en un escultor y continuó su trabajo de artista hasta su muerte.

Mensajes detrás de la obra

Es difícil clasificar o inscribir este artista en un corriente de arte de la época. No pertenece ni a expresionismo abstracto ni a minimalismo, los corrientes más destacados en los años de posguerra. Siguió su visión y trabajó aislándose con el tiempo de las influencias artísticas de la época.

 
En los lienzos de los años 50 su lenguaje plástico todavía refleja influencias de los conceptos artísticos de la escuela alemana Bauhaus, cuyos profesores fueron acogidos por el Instituto de Chicago tras la II GM. Westermann organiza la realidad de los lienzos con formas planas y geometrizadas, colocadas en espacios bidimensionales ausentes de la perspectiva tradicional. El tema de sus trabajos es la realidad que le rodea y un comentario que podemos intentar de interpretar sin mucha ayuda de Westermann, ya que él no solía explicar demasiado su obra.
Área industrial de Chicago, 1954-1955

 
City Woman, 1954
Man Animal (Hombre animal), 1953

 

Composición pastoral del Gran Desierto Americano, 1954

El tema recurrente: Death Ships

La obra de Westermann incluye esculturas, pinturas, dibujos, litografías y objetos construidos de diferentes materiales. Muchas veces la variedad formal está unida por un tema común basado en sus experiencias y reflexiones. Los recurrentes, fuertes e intensos, recuerdos de las guerras resultarán en la visión brutal de la condición humana y del mundo donde un individuo no está capaz de controlar nada. El artista expresa estas emociones en la serie Death Ships (Barcos de la muerte) de la que forman parte las esculturas, bosquejos y pinturas que muestran, por un lado las imágenes de cáscaras de barcos abandonados ("muertos"), y por otro, la ebanistería de impecable estética y belleza.

 
Death Ship of No Port, Barco de la muerte sin puerto, 1967
Barco de la muerte arrollado por un Lincoln Continental del 66, 1966
El barco de la muerte USS Franklin emergiendo de una marea negra, 1976
En algunos casos los barcos se esconden en su propia caja que parece más un ataúd.


Barco de la muerte escorado y abandonado, 1969

El tema de la impotencia humana y de la inminente perdición y la muerte permanecerá en el arte de Westermann pero el barco de la muerte parece un tópico más universal y tiene sus referencias en la literatura.

Das Totenschiff. Die Geschichte eines amerikanischen Seemanns (en español: La nave de la muerte. La historia de un marinero americano) es una novela escrita por el autor conocido bajo el seudónimo de B. Traven. Ambientada en la realidad posterior a la Primera Guerra Mundial describe la situación de los marinos mercantes que carecen de documentación de ciudadanía y no pueden encontrar empleo o residencia legal en nación alguna. El protagonista termina en un peligroso y decrépito barco, donde los trabajadores indocumentados de todo el mundo son tratados como esclavos. Además el término "buque de la muerte" se refiere a cualquier barco tan decrépito que vale más para sus dueños asegurarlo y hundirlo que mantenerlo a flote.


 ¿Volver a casa?


Hay una parte de la exposición que junta los assemblages o esculturas construidas de varios materiales que representan las casas. Parecen juguetes, pero el mensaje filosófico que esconden hace que el espectador se siente inseguro en cuanto las analiza de cerca. ¿Este refugio (casa) un encierro o la prisión? Con todas capacidades de un humano el hombre es incapaz de salir de la caja. ¿Es una reflexión sobre el camino de la vida? ¿O sobre las capacidades del humano de vivir su vida?

Hogar nuevo abandonado misteriosamente, 1958



Hogar nuevo abandonado misteriosamente, 1958




Casa en llamas, 1958



Casa loca, 1958

 El monumento, la alegoría y la guerra

De la obra del artista se derrama un constante desacuerdo a la violencia. Westermann culpa al poder oficial, al gobierno americano, por involucrar sus ciudadanos en guerras. Sus primeros ataques al militarismo americano datan de 1955 y con el tiempo se suavizan, pero no desaparecen.

Memorial to the Idea of Man if he was an Idea, 1958

 
El asalto de Westermann siempre tiene dos caras visibles en su obra: por un lado hay un heroico recuerdo de la guerra, y por otro evidentes connotaciones antitéticas. Su arte celebra el miedo y la fortaleza, la belleza y la fealdad, la inocencia y la experiencia, la casualidad y el destino, el individuo y el estado. Todo esto es representado en una misma pieza de arte. Westermann se niega a resolver el conflicto entre los valores opuestos, ni de manera optimista, ni pesimista, lo dejó evidente que ambas partes estaban inevitablemente presentes en la guerra. Las primeras esculturas, como Monumento para un marine muerto, 1957, son claramente lamentos personales por el trauma que sufrió en la guerra.

Monumento para un marine muerto, 1957


Limitados y amenazados por la realidad destructiva, con el miedo al aislamiento, efectivamente es difícil librarse del "olor de la muerte". El artista lidia con esta complicada realidad y su experiencia dejando monumentos y memoriales. Locos, tristes, graciosos y hermosos en el mismo tiempo.
Mujeriego, 1957
Cuando se le pidió que interpretara un objeto suyo, Westermann decía: "Esto me desconcierta también... ¿Cómo puedo explicar una obra como está?"


Joven maquina airada, 1959

El arte fue su lamento y confesión, así como su protesta sostenida contra la guerra. Para sin rodeos y obviamente quería decir: norteamericanos somos una nación violente y necesitamos un hard talk de los veteranos de las guerras para abordar el problema de un país que se volvió loco.


Las manos, 1961



Rey rojo marchoso, 1961
 



Figura femenina, 1977



El hombre de la zona tórrida, 1980


See America First

Westermann y su segunda esposa, la pintora Joanna Beall, realizaron en un viaje por carretera a través del país en 1964. Este viaje inspiró una serie de dibujos y a consecuencia la serie de 17 litografías hechas en Los Angeles en 1968, titulada: "See America First" (Primero conozca América).



Es una presentación de vistas del país inspirada por el eslogan de una campaña a favor del turismo interior. El carácter pictórico de esta serie responde irónicamente a la seriedad de la campaña oficial: los temas exentos de narración y de demasiada descripción a primera vista se parecen a carteles.  



En vez de contar historias reflejan más bien estados emocionales en relación a las experiencias u observaciones ocurridos durante el viaje.


 

Cactus de Texas, 1979-1980



Las obras de Westermann, surrealistas, críticas, dialogan también con el materialismo. Westermann criticó la creciente falta de artesanía en la industria moderna y el aumento de productos hechos a máquina. Mencionó la "despersonalización de la sociedad por la máquina" como una gran influencia de su carrera artística. En contraste, todos sus trabajos tienen la misma atención meticulosa a los detalles y los altos niveles generales de la artesanía personal. Cada una de las piezas de una de las esculturas de Westermann está archivada a mano y terminada con la máxima atención al detalle.

Antimóvil, 1966
Un pedazo del Museo de sueños destrozados, 1965
 

Westermann murió de un ataque cardiaco en Danbury, Connecticut, en 1981. Tuvo 58 años. Merece la pena recordar sus palabras: "Siento que la vida es muy frágil. Todos estamos colgando de un hilo; es muy espeluznante. Puedo lidiar con esto mejor haciendo mi trabajo. Creo que por eso es que soy artista ''.
 
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Publicado por Joanna Matyjasiak

a propósito de la exposición

H. C. Westermann. Volver a casa

Museo Reina Sofía

Hasta el 6 de mayo 2019

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